Misión del Blog

Proclamar el señorío de Jesucristo sobre todos los aspectos de la cultura

martes, 24 de noviembre de 2009

Salvos por la fe sola, pero no por una fe que está sola


Una de las doctrinas clave de la Reforma fue la justificación por la fe sola, la enseñanza bíblica de que el hombre no es justificado por sus obras, sino únicamente por la justicia de Cristo, la cual nos es imputada, puesta a nuestra cuenta, por medio de la fe.

Cuando el pecador cree en Cristo su fe le es contada por justicia, dice Pablo en Rom. 4:5. Él confía en Cristo para salvación, y de inmediato la justicia de Cristo es puesta en su cuenta, de tal modo que Dios no ve más sus pecados, sino más bien la justicia perfecta de su Salvador.

Ahora bien, esta buena noticia del evangelio puede ser fácilmente tergiversada cuando no contemplamos todos los aspectos doctrinales envueltos en la salvación. Algunos pueden concluir erróneamente que, ya que no somos salvos por medio de nuestra obediencia ni por medio de nuestras obras, entonces nuestra obediencia y nuestras buenas obras no juegan ningún papel en la vida cristiana.

Esta fue la conclusión a la que arribó uno de los hombres que fue por un tiempo cercano a Lutero durante el tiempo de la Reforma: Johannes Agrícola. Este hombre enfatizó un sólo lado de la doctrina evangélica, la justificación sin obras por medio de la fe, llegando a desarrollar un sistema teológico que el propio Martin Lutero bautizó con el nombre de “antinomianismo”: de nomos, que significa “ley”, precedida de anti, que significa “en contra de”.

Agrícola enseñaba, entre otras cosas:

Que no debemos incluir la ley en nuestra exposición del evangelio

Que no debemos decir al incrédulo que debe arrepentirse por haber violado los Diez Mandamientos

Que la ley no es digna de ser llamada Palabra de Dios

Que el creyente está por encima de toda ley y de toda obediencia

Que nuestra fe y la religión nuevo testamentaria en general era totalmente desconocida para Moisés.

Agrícola pensaba estar defendiendo con sus enseñanzas la doctrina de la justificación por la fe sola, aparte de las buenas obras, pero lo que estaba haciendo en realidad era destruyendo por completo el verdadero mensaje de salvación ofrecido gratuitamente en el evangelio.

La salvación que el evangelio ofrece no nos libra únicamente de la condenación del pecado, sino también de su esclavitud, para que ahora podamos servir y obedecer a Dios con libertad (comp. Rom. 6:17-18).

En 1537 Martín Lutero protestó fuertemente contra toda identificación de la doctrina de la justificación por la fe con el antinomianismo, pero a partir de entonces esta herejía siempre ha encontrado quien la predique en las iglesias.

Muchos al día de hoy no saben quién fue Johannes Agrícola, ni han escuchado jamás este nombre, pero siguen a pie juntillas su tergiversación del evangelio, porque se trata sin duda alguna de una doctrina que apela fuertemente al hombre natural.

Es atractivo a nuestra carne pensar que podemos vivir como queramos, y aun así ser salvos. Es atractivo pensar que podemos vivir como el mundo vive, que podemos tener las mismas metas, los mismos valores, los mismos estándares del mundo, pero aún así pertenecer al reino de los cielos.

El Señor nos advierte en el Sermón del Monte que muchos serán engañados por esta falacia, y finalmente se perderán: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7.21-23)

Estos hombres creían que eran cristianos, estaban envueltos en toda una serie de actividades relacionadas con la religión que profesaban, pero aún así se perdieron. Cristo les llama en el texto: “… hacedores de maldad”.

Y ¿cuál era su maldad? ¿Cómo se manifestaba en un sentido práctico la maldad de estos hombres? La palabra que se usa en el texto, y que se traduce como “maldad”, es anomia, lit. “sin ley”. Estas personas profesaban ser cristianas, pero no mostraban estar sometidos a la voluntad de Dios revelada en Su ley; no se veía en ellos un esfuerzo consciente por obedecer a Dios; no experimentaban hambre y sed de justicia, un deseo ferviente de ser cada vez más santos.

Decían ser cristianos, pero vivían a su manera. Decían seguir a Cristo, pero en realidad seguían los impulsos de su propio corazón; en otras palabras, ellos eran su propia autoridad. Cristo dice en nuestro texto que tales personas se engañan a sí mismas si piensan que son cristianas.

Nadie puede clamar que es un verdadero cristiano si no está dispuesto a someterse a la voluntad de Dios. No somos salvos por obedecer a Dios, ni por hacer buenas obras; pero todos aquellos que han sido salvados por gracia, por medio de la fe, muestran la realidad de la gracia y de la fe a través de su obediencia y de sus buenas obras.

Somos salvos por la fe sola, pero no por una fe que está sola, sino por una que viene acompañada de frutos de justicia (comp. Ef. 2:8-10; Sant. 2:20, 26).

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que Dios siga usándolo a usted y a la IBSJ para seguir siendo de impacto en todo el mundo.

Esa declaración de Mateo 7 sacude a cualquiera.

Este es un ejemplo de un evangelio diluido:

http://lumbrera.wordpress.com/2009/11/24/el-testimonio-de-fernando-arau/

Saludos!

Miguel Angel Braga dijo...

Por eso es que Dios, luego de afirmar que están Libre de Condenación todos los que se han Arrepentidos de sus pecados y Confiados en Jesucristo, añade “los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”; en Romanos cap. 8 verso 1: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”

En otras palabras, si una persona ha sido librada de la condenación en el Lago de Fuego y Azufre y de la esclavitud del pecado, ésta debe Evidenciarlo, con una vida en el Espíritu, es decir, sometida a todos los mandatos de Dios Espíritu Santo, expresados en la Santa Biblia.

Por eso Dios, en lo versos 7 al 9 nos hace un contraste entre un Cristiano y un Impío : “ Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.” Es decir, una muestra externa a los demás, de que una persona No es de Jesucristo, es que ésta ni se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede; pero al mismo tiempo, una muestras externa de que una persona Si es de Jesucristo es que ésta, se sujeta, se somete y cumple la ley de Dios, por la morada del Espíritu Santo dentro de ella; aunque lo haga no de manera perfecta, pero si de manera constante, consciente y voluntaria.